En su encuentro en el G-20, el presidente de EE UU bromea sobre su supuesta injerencia en campaña ante el ruso, el mismo día que Putin asegura que «el liberalismo está obsoleto»

La sombra de la injerencia rusa en las elecciones de Estados Unidos sigue planeando sobre cada encuentro entre los presidentes de ambos países, como el que han mantenido este viernes durante la cumbre del G-20 en Osaka. Pero a Donald Trump parece causarle ya más gracia que preocupación. Antes de su reunión bilateral con Putin, ambos han comparecido ante la Prensa para hacerse la foto de rigor dándose la mano y explicar los asuntos a discutir, como el comercio y sus planes de desarmamento. En ese momento, entre los gritos de los periodistas, una reportera la ha preguntado a Trump si pensaba pedirle a Putin que no interfiriera en las elecciones de 2020.

«Por supuesto que lo haré», ha respondido el presidente de EE UU mientras el de Rusia sonreía. «No interfieras en las elecciones, por favor», ha repetido Trump la gracia señalándole con el dedo en un tono falsamente aleccionador mientras Putin se reía encogiendo los hombros.

Su broma es la primera anécdota que deja esta cumbre del G-20 en Japón, que dura hasta mañana. Desdramatizando la situación, como es su especialidad, Trump ha salido al paso de una cuestión comprometida que arroja sombras sobre su llegada a la Casa Blanca y amenaza a las próximas elecciones. Aunque el consejero especial Robert Mueller concluyó que Rusia había interferido masivamente en la campaña de 2016, no pudo establecer una conspiración criminal con el equipo de Trump. Pero la sospecha sobre sus relaciones con Putin sigue persiguiéndole y, por ese motivo, se escruta con lupa cada detalle de sus encuentros.

Curiosamente, esta última reunión se produce el mismo día que el periódico 'Financial Times' publica una entrevista con el presidente ruso en la que asegura que el «liberalismo está obsoleto». Alineándose con los dirigentes populistas que han subido al poder en Occidente en los últimos años, desde el propio Trump hasta Viktor Orban en Hungría y Matteo Salvini en Italia, Putin «entierra» la doctrina política imperante en las democracias capitalistas por los problemas derivados de la inmigración. «Los liberales no pueden dictar nada a nadie como han intentado hacer durante las últimas décadas», afirma Putin, quien tilda de «error cardinal» la decisión de la canciller alemana, Angela Merkel, de abrir sus fronteras a un millón de refugiados, sobre todo de Siria.

Como contrapunto, alabó a Trump por su cruzada para levantar un muro que frene la avalancha de inmigrantes procedente de Latinoamérica. «Esta idea liberal presupone que no hace falta hacer nada, que los emigrantes pueden matar, saquear y violar con impunidad porque sus derechos tienen que estar protegidos», argumenta Putin para lanzar sus críticas al modelo occidental. «Todo crimen debe tener su castigo. La idea liberal se ha vuelto obsoleta. Ha entrado en conflicto con los intereses de la abrumadora de la población», sentencia el presidente ruso, que lleva casi dos décadas en el poder entre las denuncias de la oposición por su autoritarismo.

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  • El G20, ante un acuerdo de mínimos sobre la guerra comercial

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