Pese a la desaceleración de su economía prefiere seguir elevando el precio del dólar aunque también «monitorizará» cómo evolucionen los riesgos

Ni el poderoso presidente de Estados Unidos, Donald Trump, logró convencer al máximo responsable de la Reserva Federal (Fed por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, Jerome Powell, para tomarse un respiro en su política decidida de subir los tipos de interés en la primera potencia económica del mundo, donde tras la subida resuelta este miércoles se han superado ya los niveles previos al estallido de la crisis en 2008. El incremento, de un cuarto de punto como preveían buena parte de los analistas, deja ahora el precio del dinero en un rango del 2,25% al 2,50%.

Es la cuarta vez que los intereses suben en EE UU este ejercicio –todas tras el estreno de Powell en el cargo en marzo– y la novena ocasión desde que comenzó el ciclo alcista actual hace poco más de tres años. Esta etapa, no obstante, aún no está cerrada y se espera que al menos haya tres aumentos más en 2019. Es la previsión más votada por los miembros del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC), encargado de la fijación de tipos en la Fed.

En septiembre se estimaba que habría hasta cinco y el precio del dinero llegaría al 3,4% el año que viene. Ahora la opinión mayoritaria entre los gestores de la política monetaria en EE UU es que superaría el 3%, pero solo por poco, aunque tampoco bajaría del 2,6%, es decir, una décima más que su mayor rango actual. El comunicado final del supervisor solo confirmó que aún habrá «algunos incrementos graduales».

Pero, ¿qué supone todo ello? Para el consumidor de a pie, más bien poco a ambos lados del Atlántico. En todo caso, en la medida de que el dólar puede apreciar su valor frente al euro –a última hora de este miércoles en Europa se pagaban 1,14 unidades del billete verde por cada divisa europea–, eso alimentaría la guerra arancelaria iniciada en primavera por el controvertido presidente estadounidense.

Precisamente Trump había presionado en los últimos días a la Fed para que aplazaran cualquier subida. Su argumento es que los mercados bursátiles ya sufren demasiada volatilidad y otro aumento en tan poco tiempo generaría demasiada liquidez. Y se apoyaba en un editorial reciente del diario conservador The Wall Street Journal para pedir esa pausa. «Haz caso al mercado y no sigas con este baile de cifras sin sentido», sentenció vía twitter.

Al controvertido empresario y líder político, no obstante, le preocupa igualmente poder mantener el puso en los frentes comerciales que tiene abiertos en buena parte del mundo y un dólar más fuerte no le ayudara a apaciguar las tensiones. Pero a los integrantes de la Reserva Federal no parece haberles hecho mella que les haya tildado de «locos» por otra «increíble» subida de tipos. Ellos hacen otras cuentas.

Contar con más 'munición'

Una de las «ventajas» de que los tipos sean altos es que la Fed «tendría mayor margen de maniobra si llegara otra crisis económica», apunta Felipe López-Gálvez, analista de la firma Self Bank. «Las crisis –explica– se afrontan con bajadas de tipos para abaratar la financiación y estimular el consumo»; por tanto, cuánto más altos estén, mayor cantidad de 'munición' tiene el supervisor.

Los problemas pueden venir en los próximos meses para los inversores, pues con el precio del dinero sin frenar su senda alcista en EE UU habrá un escenario «negativo» en los mercados, incluso con «caídas abruptas a corto plazo» y luego cierta estabilización, «pero con tendencia bajista» en un horizonte medio, señala Francisco Javier Arco, analista de la consultora de mercados y firma especializada en 'trading' XTB.

Los otros perdedores de esta última decisión de la Reserva Federal son las economías emergentes, pues la gran mayoría de su deuda está nominada en dólares y cualquier encarecimiento de la divisa norteamericana resulta «nefasto» para sus cuentas, advierte Arco. En Europa, por el contrario, no cree que el BCE se deje llevar por el mismo camino y estima que mientras siga Mario Draghi de presidente no habrá cambios hasta, al menos, verano de 2019.

Eso sí, pese a no advertir riesgos especiales, la Fed seguirá «monitorizando los desarrollos económicos y financieros a nivel global y analizando las implicaciones de las perspectivas económicas». No obstante, pese a la desaceleración económica en Estados Unidos -su PIB creció al 3,5% en el tercer trimestre, siete décimas menos que en primavera-, ve aún un «ritmo elevado» en su actividad.

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