Valverde celebra su triunfo en los EAU – Ciclismo | Tour EAU

En el Tour de los Emiratos, el español consigue su primera victoria como campeón del mundo

Ya tiene Alejandro Valverde un argumento para desterrar su mundo de supersticiones, su creencia verdadera en la mala suerte y su entrega a un ritual de santos que le han acompañado durante años en el pelotón. La maldición del campeón del mundo no existe para él. No al menos en las proporciones que afectó a tantas figuras que sucumbieron al hechizo maligno del maillot más hermoso del ciclismo, esa banda arcoíris que cruza el fondo blanco. Muy pronto, Valverde ya ha ganado con esa camiseta.

Lo hizo en el Tour de los Emiratos, carrera de diseño moderno que habita en la desértica planicie de los Emiratos Árabes, a unos kilómetros de los pozos de petróleo y las ciudades de los rascacielos que antes eran pueblos de pescadores. En ese páramo sin vegetación, una cadena montañosa, más bien un promontorio de arena y roca que separa los Emiratos de Omán, se encuentra el Jebel Hafeet, sede de la tercera etapa de la carrera que ganó el murciano.

Valverde necesita la certeza del triunfo para admitir que todo va bien, que su hoja de ruta se cumple. Igual que otros ciclistas requieren la constancia de una clasificación general o de un top 10, Valverde precisa las victorias. Ya lleva 123 en su colección, una barbaridad al alcance de Peter Sagan y poco más.

Le carcomía al murciano la sucesión de tiros al palo en la temporada de su estreno como campeón del mundo, 38 años y la ilusión de un niño con el arcoíris. Segundo en la Vueltas a Valencia y Murcia, además de otros segundos puestos en etapas. Demasiados segundos para quien convierte el éxito parcial en una rutina. «Quería ganar. Me he quitado un peso de encima», dijo a Efe en Abu Dabi.

En el peñasco desértico de los Emiratos Valverde se guareció de la ausencia de árboles incrustado en la panza del pelotón. La inteligencia y la experiencia al servicio de la victoria. «Hacía demasiado viento y tenía que regular para atacar en el mismo sitio que el año pasado».

El esloveno Roglic se exhibió insistente y valiente durante toda la subida, asumiendo el riesgo de dañar a sus rivales. Es un corredor fantástico, que no parece tan sometido al cálculo moderno del ciclismo. Valverde esperó hasta que el grupo principal redujo su población.

«Tenía ya el sitio marcado, tanto para colocarme como para atacar. Ha sido una subida muy táctica», explicó el español. La arrancada del español no tuvo réplica posible, como en el Mundial, intratable en grupos pequeños y con la distancia tomada a medida de su sprint.

Como el año pasado, también ganó, esta vez con Roglic pegado a su rueda. Dan Martin cruzó a 5 segundos, el ruso Zakarin a 33 y el holandés Mollema a 35. Valverde se queda a 14 segundos de Roglic en la víspera del terrible muro de Hatta, lugar idóneo para asaltar hoy el liderato.

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