Van Dijk y Alisson celebran el triunfo que el Liverpool consiguió ayer frente al Brighton –

Nadie ha podido regatear aún a Van Dijk, líder de la zaga menos goleada

Cuando el Liverpool se rascó el bolsillo para depositar en las arcas del Southampton los 78 millones de euros que pedían por Virgil Van Dijk, Jürgen Klopp no intuiría que estaba comprando una solución total para su zaga. La suficiencia con la que el gigantón neerlandés achicaba agua en un barco sin postín como eran los Saints, sustentada en unos fundamentos defensivos que hacían de su carrocería un obstáculo inabarcable para los delanteros, dibujaba un defensor granítico. Espoleado por un escenario como Anfield, el tipo se ha tomado tan en serio su condición que se ha fundido con el propio estadio: es un muro que no ha sido regateado ni una sola vez en 22 jornadas de Premier League. Ni siquiera jugar con un mediocentro como Fabinho a su lado, como tuvo que hacer ayer en el triunfo sobre el Brighton que refuerza el liderato del Liverpool (0-1), dejó entrever las costuras del defensor.

La estadística que registra el portal Whoscored, bizarra como pocas, asusta en la medida en que se entiende que no se trata de uno de los clásicos centrales que pasan el grueso de los minutos con el trasero a 15 metros de la portería. Van Dijk habita en un equipo que tiene en la presión un rasgo identitario. El asunto deriva en que los centrales deban gobernar una importante suma de espacio a su espalda que el internacional por Holanda domina más por posicionamiento y facultades para perfilarse que por velocidad, lastrado como está por los 90 kilos que acompañan a sus 193 centímetros. Stones, que también roza los 1,9 metros, pesa 70.

Sin ser los números el mejor angular desde el que retratar con fidelidad el fútbol, lo cierto es que en el caso de Van Dijk son un valor irrebatible. El líder silencioso del Liverpool, titular en todos los partidos jugados hasta la fecha, acumula 5,2 despejes por choque; Laporte, la otra referencia en el puesto en lo que va de competición, se queda en 2,4. Los 4,1 duelos aéreos que gana por promedio hacen palidecer los dos de Laporte, los 2,3 de David Luiz o los 1,6 de Alderweideld, por citar a los centrales que más minutos han estado sobre el campo en los tres conjuntos que persiguen la estela red. Lo hace Van Dijk, además, cometiendo una falta cada dos encuentros, y con una única tarjeta amarilla en toda la liga, datos que refrendan su capacidad para hacer parecer sencillo lo que hasta su contratación parecía impensable.

Los cimientos, prioritarios

El caso Van Dijk destapa una tendencia instalada en el primer orden europeo. Las dificultades para fichar figuras atacantes han puesto el foco sobre los cimientos. El Liverpool los asentó con los 140 millones que empleó en incorporar al central y a Alisson, el City se dejó 65 en Laporte, el Tottenham invirtió 40 en Davinson Sánchez, el PSG se gastó 37 en Kehrer y el Bayern de Múnich, que anda detrás de Lucas Hernández acaba de pagar 35 por Pavard.

Al Liverpool, 10 goles encajados que lo encumbran como la mejor defensa del campeonato inglés, la apuesta le ha salido barata. Con Van Dijk, Gomez parece una garantía de futuro, Lovren no falla donde antes zozobraba y los laterales, dos imberbes que no tenían experiencia en la élite, rinden como la mejor pareja de las Islas. El curso pasado, el equipo encajó 38 tantos; a este rimo, no les harán ni la mitad. Todo gracias a un muro para el que a este paso Anfield se quedará pequeño.

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