Olivar en la Sierra de Andújar – Ruta cinegética

Alfonso XI ya hacía referencia en el siglo XIV a los bosques y a la abundancia de ciervos y jabalíes que había en estos parajes, donde tiene su santuario la Virgen de la Cabeza, patrona de esta actividad

En pleno corazón de Sierra Morena se encuentra la Sierra de Andújar, uno de los principales referentes de la montería tradicional española. Alfonso XI, en su Libro de la Montería, ya hace referencia a los bosques y a la abundancia de ciervos y jabalíes que había en estos parajes, que luego fueron ensalzados por el gran maestro Antonio Covarsí.

De la importancia de esta sierra para la tradición montera da cuenta la elección de la Virgen de la Cabeza como patrona de esta actividad, cuyo santuario y romería, una de las más antiguas de España, pertenecen a estos montes, como los ríos, valles y solanas a las que alude la célebre Salve montera a ella dedicada.

En esta ruta hemos incluido las 74.774 hectáreas del parque natural, ampliando hacia el este y el sur, para añadir casi 40.000 hectáreas de fincas monteras de Jaén situadas fuera de sus límites.

Las formaciones de matorral componen la vegetación más abundante de esta sierra; jaras y lentiscos son las especies más representativas, estando presentes otras menos comunes como cornicabras, madroños, acebuches, coscojas y olivillas; también son frecuentes plantas aromáticas como el romero, mejorana, tomillo y cantueso. En cuanto al arbolado, destacan la encina, el alcornoque y el quejigo; los robles melojos al norte, acompañados de madroños y arces; y como vegetación de ribera, las alisedas, fresnedas, saucedas, intercaladas de zarzas, tamujos, adelfas y tarajes, que forman bosques en galería que, en conjunto, proporcionan una densa cobertura vegetal que favorece la vida de un gran número de especies animales.

Tras la decadencia de la trashumancia, la Sierra de Andújar se convierte en un espacio más aislado y mucho menos transitado, que sirvió de refugio, además de a cazadores, a célebres bandoleros como José María el Tempranillo. Hoy, de las 18 vías pecuarias que la cruzaban solamente dos siguen abiertas. En 1864 el ferrocarril llega a Andújar gracias a la creación de la línea Madrid-Córdoba, pero sin atravesar la sierra, que siguió aislada, lo que facilitó el desarrollo de la fauna salvaje, de la caza y de la conservación de este «azul retablo» de Sierra Morena.

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