la revolución española en Roland Garros />Aliona Bolsova – Roland Garros

Tatuajes, pantalón, personalidad y origen moldavo, estuvo a punto de dejarlo con 17 años por una lesión, pero con 21 brilla en París

Luce seis tatuajes, grandes, poderosos, como para sumar a su tenis un plus de agresividad. Prefiere jugar con pantalón que con la falda que suele acompañar al circuito femenino. Habla sincera de su particular forma de ser, que defiende ante la aparente homegeneidad que presenta el tenis actual. Así es Aliona Bolsova, jugadora española que brilla en este Roland Garros.

De la previa hasta la tercera ronda, por el momento, el presente de Bolsova se ilumina en París, su primer cuadro final de un Grand Slam. Lo aprovecha con carácter y buenos resultados; entre sus víctimas, la rusa Vera Zvonareva -llegó a ser dos del mundo- y la rumana Sorana Cirstea. Surge ahora con fuerza su nombre porque el mundo de la raqueta estuvo a punto de engullirla. Las lesiones y la dificultad de adaptarse a un planeta en el que todo está medido el milímetro la puso al borde del abandono cuando tenía 17 años. Pero se reencontró a sí misma y optó por forjar su propio camino. Para muestra, un león decora su brazo izquierdo, un símbolo feminista, como ella misma define.

Bolsova es atípica desde la cuna. Nacida en Moldavia en 1997, su familia se trasladó a España y vive en Barcelona. Aunque sus padres, atletas ambos, participaron en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 (Olga, en salto de altura; Vadim, en 400 metros vallas), no fue hasta que vio a Maria Sharapova ganar Wimbledon cuando la hija se aferró a la raqueta. Aficionada a la moda y al arte, su progresión, por la que llegó a debutar con 17 años en la Copa Federación, se paró en la adolescencia, con un problema en el pie.

No perdió el tiempo. Estudió Moda en Estados Unidos y volvió al tenis allí, en Oklahoma. Una vez recuperada la ambición y el poderío con el drive, y de vuelta a casa con el título, esculpe los demás golpes en Barcelona con Lourdes Domínguez y Ana Alcázar. El año pasado se impulsó hasta las mejores 200 del mundo, un aliciente para seguir progresando. A finales de curso, el primero de sus premios, participar en su primer Grand Slam, el US Open, donde disputó tres partidos de la fase previa.

Ya en esta temporada, el despegue: dentro de las 150 mejores y con su primera victoria WTA el pasado mes de abril. En mayo, invitación al Mutua Madrid Open y su primer triunfo contra una top 100. En París, sonrisas, tatuajes, pantalón y golpe en la mesa porque es una realidad.

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