Dos figuras de la empresa danesa

¿Qué empuja a un grupo de seis pediatras británicos y australianos a decapitar varias figuras de Lego para, posteriormente, ingerir dichas piezas y cronometrar el tiempo que tardan en expulsarlas?

«Pensamos que sería divertido hacer el estudio justo antes de navidades», afirma Tessa Davis, médico auxiliar en el ala de pediatria del hospital Royal de Londres. Su objetivo principal, sin embargo, va más allá de animar estas fechas tan festivas con una defecación intercontinental. «Recibimos a niños en Urgencias a diario que han ingerido objetos potencialmente peligrosos», tal y como explica a Live Science.

El estudio publicado en el Journal of Paedriatics and Child Health se titula Everything is Awesome: no nos olvidemos de los Lego. En una clara referencia al tema principal de la Lego Película (2014), los médicos pretenden poner de manifiesto la alarmante cantidad de ingestas peligrosas que se producen en los hospitales infantiles. Según este informe pediátrico de 2006, alrededor de 100.000 personas ingieren objetos potencialmente perjudiciales al año. Los pacientes son niños de 6 meses a 3 años en el 80% de los casos.

Esto también incluye a las piezas desmontables de la popular empresa de juguetes nacida en Dinamarca. Los médicos tardaron una media de dos a tres días en recuperar las piezas decapitadas de sus Lego, fabricados con materiales que el sistema digestivo es incapaz de disolver. Cada investigador se encargó de tragarse una cabeza.

Previamente los participantes habían registrado en una suerte de diario sus desventuras intestinales. Para hacer más ameno el experimento, diseñaron un juego de palabras con su metodología. A su sistema de medición intestinal lo denominaron SHAT (Stool Hardness and Transit scale, La Escala del Tránsito y la Dureza de las Heces). SHAT es un acrónimo inglés que se asimila sospechosamente al vulgarismo «mierda» por su pronunciación. No es el único código que se utilizó durante el proceso.

Esta monitorización se prolonga en el tiempo hasta que las cabezas LEGO han sido recuperadas tras su exitosa expulsión del intestino grueso. Tessa Davis no se echa atrás a la hora de describir el proceso en profundidad: «Usé guantes (…) y un recipiente para vomitar», recuerda. «El resto lo dejo a su imaginación». Tan solo uno de los participantes no consiguió recuperar su cabeza seccionada.

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