Un anuncio de Coca-Cola en China.

La obesidad es una lacra en todo el mundo. Anteriormente confinada a los países desarrollados, la globalización ha hecho que se extienda por todo el planeta, como demuestran tozudos los datos que maneja la Organización Mundial de la Salud (OMS), sa ber: el exceso de peso se ha triplicado desde 1975; en 2016, había en el mundo más de 1.900 millones de personas con sobrepeso, de los que 650 millones eran directamente obesos; el 39% de los adultos pesa más de lo que debería y el problema -aún más preocupante en ellos- es creciente en niños. 

La ciencia lleva años intentando poner freno a esta lacra, algo que se ha demostrado una tarea difícil. Sin embargo, existen dos corrientes para afrontar este problema desde la perspectiva de la salud pública: la que recomienda promover el ejercicio y la vida activa y la que aboga por las restricciones dietéticas, es decir, políticas dirigidas a que la gente consuma menos calorías o se aleje de los alimentos más sanos. La OMS tiene claro que la segunda es la más eficaz y pone como medidas ejemplares en este sentido el aumento de impuestos a las bebidas azucaradas o la prohibición de publicidad de alimentos insanos para los más pequeños. 

Un estudio publicado este miércoles en The BMJ lanza hoy una grave acusación contra una de las fabricantes principales de refrescos azucarados en todo el mundo, la multinacional Coca-Cola, a la que asocia veladamente del aumento de la obesidad en el país asiático a través de la promoción de políticas de salud pública menos eficaces para prevenirla, las basadas en el fomento del ejercicio. 

Según los investigadores  de la Universidad de Harvard, la empresa habría sido capaz de influir en el desarrollo de dichas políticas a través de una compleja red financiera e institucional. En el centro de la trama se sitúa una institución llamada International Life Sciences Institute (ILSI)-China que, según los autores, es la marca china de la entidad International Life Sciences Institute, que creó un ejecutivo de Coca-Cola -Alex Malaspina- hace 40 años, aunque ahora es un organismo independiente.

Una entidad de promoción de la salud, en el punto de mira

El ILSI-China está alojado, siempre según los autores, en el Centro para el Control y Prevención de las Enfermedades (CDC) del país asiático y es visto en el país como «un puente entre Gobierno, instituciones académicas e industria», cuya misión es proveer de la información científica más reciente para tomar decisiones políticas sobre nutrición, seguridad alimentaria y control y prevención de las enfermedades crónicas -muchas asociadas a la obesidad-. 

Sin embargo, la investigación firmada por Susan Greenhalgh, John King y Wilma Cannon ha demostrado que entre 1999 y 2015 las actividades de ILSI-China pasaron de centrarse en la nutrición a fijarse especialmente en la actividad física, una postura que coincide con la adoptada a principios de la década de los 2000 por Coca-Cola. «Coca-Cola promovió el mensaje de que todas las bebidas y comidas son parte de una dieta saludable; para evitar la obesidad, lo que importa es lo mucho que te mueves», escriben en The BMJ. 

El estudio enumera las distintas actividades de investigación y promoción de la salud de ILSI-China y resalta sus lazos con Coca-Cola, aunque reconoce que la entidad está financiada por varias empresas, además de la líder en refrescos: la mayoría no asociadas a productos saludables, como McDonalds, Pepsi y Nestlé. 

Eso sí, afirman que muchos de los investigadores extranjeros invitados por el instituto a los distintos eventos tenían «nexos financieros con Coca-Cola» y citan algunos nombres concretos. 

Para los firmantes de la investigación, todo este entramado ha influido en un aumento de la obesidad en el país asiático, que pasó del 20,5% en 1991 al 42,3% en sólo 20 años. Apuntan, también, que China es para Coca-Cola «su tercer mercado en volumen» lo que, a su juicio, «hace que tanto el tamaño como las consecuencias de la epidemia de obesidad del país vayan a continuar empeorando». 

La reacción de los ‘acusados’

Coca-Cola ha respondido en un comunicado a las acusaciones. En el texto, la compañía afirma que reconoce que «demasiado azúcar no es buena para nadie» y que apoyan las recomendaciones de las autoridades sanitarias de que la gente limite su consumo de azúcares añadidos a no más del 10% de la ingesta calórica total. 

Además, hablan específicamente de su situación en el país asiático donde, afirman, están comprometidos con ofrecer diversas bebidas que se adapten a las necesidades de los consumidores. «Hemos lanzado alrededor de 22 productos bajos o sin azúcar de 13 marcas», señalan. 

Por último, recalcan que desde 2017 no financian ninguna investigación que no esté financiada en al menos un 50% por otras entidades ajenas a la marca. 

Por su parte, ILSI global recuerda que sus políticas «obligatorias» requieren de «un mínimo de tres empresas» para fundar cualquier proyecto, para «asegurarse de que ninguna empresa domina la agenda de la investigación«. 

Eso sí, reconocen también que no afirman «haber sido perfectos en sus 40 años de historia» y que ha habido «baches en el camino». Sin nombrar en ningún momento a Coca-Cola, la entidad sí deja claro que muchos de los expertos nombrados en el artículo de la revista inglesa «ya no trabajan en ILSI«. 

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