En sólo dos semanas VOX ha alcanzado algunos hitos de naturaleza simple que, sin embargo, han pillado con el pie cambiado a todos los analistas políticos. Los de Santiago Abascal han conseguido basar su campaña en la pérdida de autoestima de España y, además, pedir una negociación para conseguir puntos que parecían improbables.

No hacía falta que el diario The Economist volviera a reconocer a España como una de las naciones más democráticas del mundo en su último informe. En nuestro país, a pesar de todo, no sólo se vive bien, sino que, además, disponemos de una de las democracias más consolidadas y avanzadas del planeta. Sólo aquellos con un nivel bajo de autoestima, como los independentistas y los que añoran regímenes anteriores, son capaces de ignorarlo. ¿Se puede mejorar? Obviamente, como todo en la vida. Pero, hay que tener en cuenta que sin problemas y divergencias no llegará el progreso.

¿Y qué me dicen de aquellos que dice que, a veces, se pide lo imposible? Seamos sinceros, esto es sólo el adalid de los malos negociadores. Pero, claro, si delante tenemos a unos que en su vida han pisado la calle esto se convierte en un arma inteligente para los que están al otro lado de la mesa de discusión. Esto, para los aficionados al ajedrez, es como intentar hacer el mate pastor en el citado juego de estrategia. Sin embargo, si alguna de las partes sólo sabe mover las fichas, sin tener en cuenta los movimientos a corto plazo, supondrá la consecución de graves errores. En este caso, en Andalucía, lo que ha quedado claro es que el PP no sabe demasiado de ajedrez.

Al final, no podemos ponernos de perfil, lo que practica VOX es lo que debería ser elemental en la política de antaño y hogaño: escuchar la calle. Algo tan básico y tan olvidado por la clase política que espanta. No es usual ver a los dirigentes políticos haciendo cosas que son usuales para los ciudadanos de a pie, hablamos, sin ir más lejos, de ir a la farmacia, entrar a una panadería o haciendo cola en los servicios de urgencias. Tampoco vemos cómo pasan dificultades para llegar a fin de mes apurando los gastos o llamando a los bancos para pedir la cobertura de un descubierto en la cuenta. Y ni hablemos de gestionar nóminas, pagar la cuota de autónomos o algo más serio. Sí, se trata de cosas sencillas del día a día, pero sólo para nuestros ojos. Por eso, cuando un partido se basa en algo tan sencillo como lo elemental es normal que eleven sus votos.

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