Cuando este sábado Pedro Sánchez concedió un plazo de “8 días” a Nicolás Maduro para convocar elecciones antes de reconocer a Juan Guaidó, el ex presidente de Venezuela contestó desafiante: “Si ellos quieren elecciones, que hagan elecciones en España, porque el presidente español no es electo por el voto popular”. “No tienen moral para dar lecciones a Venezuela, ni ponerle ultimátum a Venezuela”, enfatizó el líder bolivariano. Y en principio, esta respuesta del tirano chavista nos hizo gracia a quienes, como yo, no estamos conformes ni con la forma en la que llegó el presidente a La Moncloa, ni con su negativa a convocar elecciones para agotar la legislatura. Pero, reflexionando acerca del fondo de la cuestión, es evidente que ningún español puede aceptar que ese dictador compare su legitimación con la que otorga nuestra democracia. ¡Ya quisieran los pobres venezolanos contar con nuestras garantías democráticas!

Nuestro diccionario define “legítimo” como “conforme a las leyes”. En este sentido es sinónimo de “legal”, un concepto que a su vez significa “prescrito por ley y conforme a ella”. Dicho esto, no cabe ninguna duda de que Sánchez es el único presidente legal y legítimo del Gobierno de España y eso nadie se lo puede discutir, mucho menos un tirano que masacra a su pueblo. El “voto popular” del que habla Maduro es el que convirtió en diputados a los 180 candidatos del PSOE, Unidos Podemos, Bildu, ERC, PDeCAT, PNV, Compromís y Nueva Canarias, que votaron a favor de la moción de censura con la que Sánchez descabalgó a Mariano Rajoy pocos días después de que el Partido Popular fuera condenado por la trama Gürtel. Diputados que habían conseguido sus actas en unas elecciones democráticas sobre las que no recae la menor duda, siendo además la moción de censura un procedimiento completamente legal y conforme a lo previsto en nuestra Constitución. ¡Pocas bromas con eso!

Y mucho menos si quien se atreve a dudar de nuestro sistema democrático es un tirano que amañó las elecciones de mayo de 2018, comicios cuya legitimidad tan sólo reconocen países como Cuba, China, Corea del Norte, Irán, Rusia y Turquía. Aquella convocatoria electoral fue rechazada por falta de transparencia y de garantías electorales por organismos internacionales como la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, la Unión Europea, la Organización de Estados Americanos, los países miembros del Grupo de Lima, y naciones con democracias consolidadas como Estados Unidos, Australia, Japón, Nueva Zelanda y un largo etcétera. Maduro es el actual representante del régimen chavista que lleva 20 años sometiendo a su pueblo mediante el terror y el hambre, motivo por el que ACNUR informa de que son más de 3 millones los refugiados que han tenido que huir de su dictadura.

Nuestro presidente ‘Cum Fraude’ prometió que si ganaba la moción de censura convocaría elecciones “cuanto antes”, pero una vez que se subió al avión oficial ya no se quiere bajar y anuncia que va a agotar la legislatura. Tanto por sus mentiras, como por apoyarse en proetarras, golpistas catalanes y comunistas chavistas para ser investido, Sánchez no debería ejercer el cargo. Pero esa falta de dignidad es algo que los españoles no podemos admitir que se use para poner en duda nuestro sistema democrático. Y mucho menos cuando la crítica proviene de un fantoche que habla con pajaritos mientras, desde lo alto de un tanque, ordena al ejército que masacre a su pueblo para mantenerse en el poder. Como muy bien le espetó nuestro Rey emérito a su antecesor, el gorila rojo Hugo Chávez, lo único que le decimos los españoles al expresidente Maduro es, ¿por qué no te callas?

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