La muerte sin descendencia del rey Carlos II, de la Casa de Habsburgo, propició la llegada de los Borbones al trono de España. Ello provocó una guerra internacional con varios países implicados, entre los que la Casa Borbón contaba con el apoyo de Francia y las Coronas de Castilla y Aragón, enfrentándose, entre otros, a Reino Unido y Holanda. Una flota angloholandesa asaltó Gibraltar en 1704, España aceptó su dominio en el Tratado de Utrech (1713) y la guerra concluyó en 1715 con la rendición de Mallorca ante el Rey Felipe V de España —Barcelona se había rendido en 1714—. Varios intentos españoles en años posteriores no pudieron recuperar el Peñón.

Durante 300 años el Reino Unido se ha negado a descolonizar Gibraltar, un peñón en un extremo de la Península Ibérica, por razones militares geoestratégicas y por su base naval. Reconocida como colonia británica y sujeta a los acuerdos internacionales que demandan la descolonización, lo cierto es que España, tanto durante el Gobierno de Franco como con los posteriores siempre, en unos momentos más que en otros, ha mantenido la reivindicación de Gibraltar como una demanda patriótica icónica. Antes de Franco había otras preocupaciones políticas con las guerras en América, primero, y en África después, que se saldaron todas con derrotas y nacimiento de nuevas naciones. Gibraltar es hoy un centro neurálgico militar de uno de los ejércitos más poderosos del mundo, y un centro comercial de lavado de dinero negro procedente de todo tipo de negocios sucios —tráfico ilegal de armas, drogas y seres humanos—, con una población de 32.451 personas (a 26-11-2018) cuya inmensa mayoría, casi unanimidad, defienden su condición de ciudadanos británicos.

La salida del Reino Unido de la UE ha vuelto a la actualidad en España la demanda de Gibraltar español, con el uso propagandístico del Gobierno de un supuesto avance en la situación de la colonia favorable a España, y con la pérdida de una oportunidad de avance según la oposición. Cuando España entró en la UE, el Reino Unido ya estaba allí. No había posibilidad de plantear nada respecto de Gibraltar. Ahora que Reino Unido abandona el club, parece que España tampoco ha hecho los deberes. La situación en el acuerdo de divorcio del Reino Unido con la Unión Europea deja a Gibraltar exactamente igual que hace 33 años cuando ingresamos en la UE. No se ha avanzado ni una coma.

En el mundo de hoy, con la división geoestratégica actual y previsible en los próximos años, ¿las naciones que deciden permitirían que España tuviera el control del Estrecho desde la península ibérica y desde África? ¿No se plantearía por el Reino Unido y otras naciones que si se descoloniza Gibraltar deben considerarse colonias —aunque no están consideradas así hoy— Ceuta y Melilla? ¿Qué dirá Marruecos y sus aliados, Estados Unidos y Francia? Y sobre todo, ¿usará el Reino Unido su ascendencia sobre numerosos países en organismos internacionales para abrir un frente a España con Ceuta y Melilla si se pretende acelerar la descolonización de Gibraltar? Ceuta y Melilla son españolas; existían como ciudades mucho antes de la existencia del Estado marroquí, pero las cosas no son inmutables y menos en política, y los gobiernos de España deben valorar bien si la necesidad de conseguir el Peñón tiene un carácter estratégico tan importante como para colocar en el punto de mira a Ceuta y Melilla. La prioridad debería ser impedir que siga siendo un centro de corrupción financiera, tarea difícil porque el 80% de paraísos fiscales del mundo están bajo bandera británica o son países protegidos por ella.

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