La mayor esperanza que Pedro Sánchez ha infundido a los españoles desde su asalto a Moncloa con separatistas y filoetarras ha sido, sin duda alguna, la de barajar una fecha lo más aproximada posible a su fecha de salida de Presidencia. Su ilusión es tan grande que basta con agarrarse con su ingenuidad a las tomaduras de pelo de Ábalos.

Con este Ejecutivo no hacen falta los análisis sesudos. Que Sánchez no saldrá de Moncloa hasta que se lo indique Torra, y hasta que a Torra no se lo indiquen los CDR, puede confirmarse desde una pista tan doméstica y prosaica como los 923.000 euros del Presupuesto Público que se acaba de pulir Sánchez en mejorar la calefacción de La Moncloa.

¿Qué dignidad puede reportarle a España como nación un presidente del Gobierno que no reacciona ante el escupitajo que un independentista desaforado ha lanzado a su ministro Josep Borrell?

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